Diario de una mamá en época del coronavirus

Diario de una mamá en época del coronavirus

Autor invitado: Luzda sin filtro 

Qué les puedo decir, el ser mamá para mí ha sido una experiencia bastante chingona, llena de emociones, magia y amor incondicional, sin embargo no es color de rosa todo el tiempo. Como todo en ésta vida hay ratos felices y ratos del carajo, hay días de mucho amor, paz, tranquilidad y risas y otros de mucha frustración, ansiedad, lágrimas y cansancio.

Hoy más que nunca en medio de esta crisis tan loca que estamos viviendo todos los seres humanos, siento que Dios, el Universo, o como lo quieran llamar, está poniendo a prueba a todas las personas, en especial a las mamás,  con tremenda responsabilidad de dar todo nuestro  tiempo y energía para cuidar a las criaturas. Si les soy sincera nunca en mi vida me había sentido tan frágil y vulnerable como hasta ahora, bueno sí para qué les miento, los primeros 2 meses de vida de mi hijo estuvieron del terror con muchos sentimientos encontrados también. Sin embargo, ahorita ya estaba en una época donde pensé que tenía mi vida bajo control, hasta que llegó el mentado Covid-19 y comenzó a sacar varios de mis demonios a la luz, a enfrentarme con patrones que no quería ver antes y a picarle a todas mis heridas que pensé ya tenía sanadas, pero no.

Y sé que no es la cura, pero el saber que no estoy sola y que hay muchas personas de todo tipo (solteras, casadas, con hijos, abuelas;  etc.) que están pasando por los mismos sentimientos, sí me ha ayudado a tratar de ver todo esto que está pasando con mucha más filosofía. También me ha ayudado a dejarme sentir, observarme, darme cuenta de mis errores y aprender lo más que pueda de mí misma, para así poder cambiar todos esos hábitos y patrones que me hacen actuar desde el ego o mi niña interior y no desde la vieja chingona que sé que soy y que está lista para tomar el control de su vida #ayguey

Para darles un poco de contexto sobre mí, soy Mexicana, mamá de un niño de 3 años, tengo 3 meses de embarazo y vivo en Estados Unidos. La vida en el gabacho es muy diferente a México, es más solitaria, la cultura es más fría, la ayuda de limpieza es carísima, lo cual hace que el ser mamá sea aún más retador y agotador.

En mi caso yo sí necesitaba darme un respiro, tener tiempo para mí, de paz, tranquilidad, silencio y de hacer proyectos que me hicieran vibrar. Así que el último año y medio metí a mi hijo a la escuelita, y todos éramos los más felices con nuestra rutina. El 6 de Marzo me enteré que estaba embarazada después de casi 2 años de intentarlo y lograrlo gracias a tratamientos de fertilidad, así que el gran notición nos alegro la vida aún más. Pero oh sorpresa, a la semana llegó este pinche virus del mal  y el miedo se apoderó de mí.

La primer semana estuvo del terror, primero por que todos en mi casa nos enfermamos gacho y juramos que teníamos Covid porque teníamos muchos de los síntomas, sin embargo nunca lo supimos porque no había pruebas suficientes en Boston y yo en lugar de verlo como una gripa y ya, me llene de miedo y angustia porque me dio pavor que eso pusiera en riesgo mi embarazo que tanto me había costado.

Lloraba diario, tenía ataques de pánico, me sentía ahogada en un vaso de agua y asfixiada de tener a todos enfermos en la casa y no tener tiempo de pensar en nada más. Pero como a los 10 días todos mejoramos, nos fuimos relajando y fui descubriendo que dependía de mí ver la luz o quedarme a oscuras. En mi mano ya tenía la vela y los cerillos, así que yo era la única que podía decidir si prenderla o no. Seguí unos días a oscuras, sobreviviendo solamente, dando lo que podía en mi casa. Pero llegó mi cita con el Doctor y cuando vi por 1era vez a mi bebé en el ultrasonido y me dijeron que todo iba de maravilla, todo se me iluminó otra vez, me regresó el alma al cuerpo y fue el día que decidí cambiar mi actitud ante esta situación, por mí y por toda mi familia.

Empecé a hacer cambios en mi rutina para poder sentirme más relajada y en mi centro me dieron luz verde para hacer ejercicio, así que al menos 5 días por semana estoy haciendo cardio, yoga o ejercicios funcionales, estoy meditando casi todos los días, trato de estar más presente en el momento y disfrutar al máximo de mi hijo, esposo y de nuestra nueva realidad, que si llegó es para quedarse un ratote más aunque no nos guste la noticia.

No les voy a mentir, hay días que están de pkm, sin drama, nos gozamos en familia, todos somos felices y shalala lala, y otros que me dan ganas de tirar la toalla y renunciar a ser esposa y mamá de tiempo completo, me siento agotada, drenada,  y no sé si sea por el embarazo, que no puedo tomar alcohol, que el clima en Boston está de la chingada o simplemente porque esto del encierro está muy cañón. No sé ustedes, pero la rutina de muchos se fué por el caño, el tiempo a solas para las que somos mamás de niños chiquitos es muy poco o nada. En mi caso tuve que ponerle una pausa a mis proyectos o trato de avanzar lo que puedo cuando mi hijo duerme pero muchas veces ya estoy exhausta de estar cuidando a la criatura todo el día, jugando, cocinando, limpiando, lavando ropa, recogiendo juguetes, yendo al baño con él, limpiarlo, bañarlo, leerle cuentos, y la lista puede seguir 5 hojas.

Les confieso que hay días que los vivo en modo de supervivencia en lugar de vivir la experiencia, sin embargo si lo veo con filosofía también estos días me ayudan a recargar pilas para seguir adelante al día siguiente y para darme cuenta de muchas cosas que desearía hacer diferente.

En conclusión, siento que cada quién lo está viviendo de diferentes maneras, esta es la mía y lo que les puedo decir es que no hay una mejor manera que otra. Pero lo que  sí les puedo recomendar y tómenlo o déjenlo, es que traten de CONECTAR con su interior y escuchar a su cuerpo y a sus emociones. Déjense sentir, traten de hacer consciencia de sus acciones para poder tomar responsabilidad sobre ellas y traten de observarse para que puedan hacer los cambios necesarios para convertirse en mejores personas. Esta época es un gran momento para reflexionar sobre nuestra manera de vivir, de actuar, de ser. Que no te de miedo cambiar, siempre se puede estar mejor y es el mejor regalo que te puedes dar. 

Si crees necesitar un empujón para sanar cosas que traes muy atoradas, pide ayuda, es de sabios hacerlo, hay muchos terapeutas dando sesiones en línea, como Yucel, que estarán felices de apoyarlas en estos momentos. Recuerda que no estás solas, muchas estamos en este proceso de cambio y transformación para mejor.

Y aprovechando que es el mes de la mamá, aunque debería de ser todos los meses, ¡¡¡Felicidades Mamacitas!!! Somos unas mujeronas hechas y derechas, nadie sabe la joda que es hasta que uno se convierte en madre, así que ámense, valórense y siéntanse unas chingonas porque sí lo son. Ánimo y como todo en la vida, esta época también pasará, por ahora a hacer las paces con nuestra realidad, reírnos de nuestros errores y aprovechar al máximo a nuestra familia.

¡Espero esto les sirva y les mando pura buena vibra!

LUZDA SIN FILTRO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *