Pensada en todos aquellos para quienes la navidad no es la época más dulce del año.
Si durante estos días has comenzado a sentirte ansioso, deprimido, estresado, muy enfadado o sin ganas de nada muy probablemente entras en el grupo de personas que alucinan y sufren estas fiestas. Si es así, sigue leyendo y encuentra tu caso…
Si sientes que el invierno te deprime, muy probablemente se trata de una depresión vieja. Existe algo que se llama Trastorno Afectivo Estacional, es una depresión que se presenta en determinadas épocas del año. La influencia del invierno en nuestras emociones suele asociarse a personas que se sienten culpables por no haber cumplido con las expectativas que tenían de su año, o de seguir con círculos dañinos abiertos (como las llamadas relaciones tóxicas).
El clima influye en nuestro estado de ánimo al privarnos de luz solar y acortar los días; esto lo experimentan principalmente quienes viven en los trópicos. ¿Cómo saber si efectivamente estás deprimido? Consultando a un especialista, ya sea un psicoterapeuta o un psiquiatra.
Si el tiempo libre te agobia demasiado, planifica algunas actividades divertidas para tus vacaciones. Puedes ir a visitar algún museo, cocinar galletas o comenzar a trabajar en tus propósitos de año nuevo, ¿para qué esperar hasta enero? Lo importante aquí es recuperar la parte divertida de la vida: la alegría, distracción, ocio y diversión nos caerán muy bien.
Si te cuesta mucho decir que no, intenta sobreponer tu bienestar por encima de todo lo demás. Ser un poco egoísta te vendría bien, no está mal tomar tiempo para ti, estar en desacuerdo con la opinión de los demás o faltar a esa reunión que te invitaron. Elige tu paz antes que elegir agradar a otra persona.
Si tanta comida comienza a provocarte malestar, trata de poner orden en tu alimentación. Particularmente, para quienes tienen problemas de relación con la comida sentarse en la mesa de Navidad puede ser una auténtica pesadilla. Disfruta de lo suficiente sin llegar al extremo: evita saltarte comidas, continúa con el ejercicio cotidiano y pásala bien disfrutando de tu platillo favorito sin culpa. Aquí sí aplica, deja para mañana lo que ya no puedas comer hoy. Por cierto, trata de controlar el alcohol, porque el maldito le añadirá cientos de calorías a tu ingesta y te pondrá en el mood perfecto para que te dejes ir…
Si tu familia no es especialmente unida o amorosa, olvídate de las expectativas. No necesariamente debes tener una chimenea ardiendo y un pavo de 15 kilos en la mesa para disfrutar estas fiestas. La idea es que produzcas tus días como a ti te resulte mejor. Es cierto, a veces la familia también nos friega, si es tu caso, no pasa nada, haz de estos días unos días buenos para ti, acompáñate de personas realmente cercanas y queridas y bye con lo demás.
Si nunca has alimentado el espíritu navideño, encuentra tus propias costumbres. Si se te antoja una navidad diferente, en calma, con la intimidad suficiente para disfrutarlo o con tus amigos más cercanos ¡se vale! Prepara tu comida favorita, o ve a ese restaurante al que desde hace meses le traes ganas. Invita a personas queridas, regala algunas golosinas o tarjetas navideñas. Haz algo desinteresado por alguien más o cómprate un regalo fabuloso; el chiste es redescubrir lo maravillosas que pueden ser estas fechas.
Muy frecuentemente somos nosotros mismos, ya de adultos, quienes más nos alejamos de lo que realmente deseamos; nos olvidamos de nosotros mismos. Hacemos a un lado nuestro bienestar por intentar cumplir estereotipos o gustos ajenos.
Está de más decir que esta es una pésima idea y va completamente en contra al espíritu de este blog. Como te conté en mi entrega del newsletter, la Navidad no es solo una cena o una fecha en el calendario, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad, y tener amor para nosotros mismos o para compartir con quienes queremos y nos quieren es suficiente para comprender el verdadero significado de esta época.
Quédate al pendiente del siguiente episodio del podcast, donde te contaré más sobre estos puntos y algunos más.
