¿Por qué los domingos el vacío se hace más profundo?

¿Por qué los domingos el vacío se hace más profundo?

Los odiosos domingos no significan otra cosa más que la gran insatisfacción que te provoca tu propia vida

Últimamente he escuchado a muchas personas quejarse del domingo: “no hay nada qué hacer”, “empiezo a pensar en mi rutina de los lunes”, “todos están ocupados con sus cosas”. Estos y otros comentarios me llamaron la atención, y siendo víctima de aquel viejo placer que me caracteriza, intenté determinar qué se oculta tras esta pequeña pero significativa coincidencia.
Los domingos, ese temido día entre el sábado y el lunes, separando la vida que neuróticamente necesitas conservar de la vida que realmente te gustaría llevar. Es el día en el que ya no hay trabajo que te distraiga de tus verdaderas ambiciones, donde tus amigos se van con sus propias familias mientras enfrentas a la tuya. La alarma no te va a despertar de tus sueños más inconscientes, no tienes por qué saltar de la cama preocupado por los pendientes que dejaste el día anterior… y mientras te quedas ahí, sumido en tu soledad, los recuerdos se apoderan de ti. Aparecen los anhelos, la añoranza.
De lunes a sábado puedes hacer como si no pasara nada, como si realmente ese trabajo fuera lo tuyo, como si aquella insipiente relación encarnara tus más románticos sueños. Puedes figurar entre un grupo de personas que a su vez aparenta felicidad, de repente aparece una buena toma y no dudas en subirla a tus redes sociales como una prueba falsa de tu satisfacción. Tal vez alguna cita se atraviese y funcione como un placebo para la compañía que tanto deseas encontrar. Y así, tus días van pasando entre compromisos hechos más por necesidad que por ganas, entre personas desconocidas pero cercanas, entre lágrimas ocultas tras sonrisas fingidas.
Muchas veces decidimos dirigir nuestra vida presente con base en quienes fuimos en el pasado, seguimos rindiendo culto a aquellos que alguna vez significaron algo importante para nosotros; pueden ser nuestros padres, maestros, pareja, o cualquiera que sea nuestro Dios. Sin embargo, todo aquello puede dejar de funcionar. Es como si le pusiéramos a un BMW Z4 el motor de un “vocho”, jamás nos dará la velocidad que esperamos, no por culpa del BMW Z4 sino por aquel motor viejo.
Deshacernos de ese viejo motor -de todo lo inculcado- cuesta mucho, cuesta lágrimas, fracasos, dolor, desilusiones. Sin embargo, lo que podemos llegar a alcanzar cuando cruzamos el puente del pasado es algo realmente valioso. Cuando te quitas de encima culpas, sueños rotos, fracasos, deseos viejos; podrás alcanzar lo nuevo. El trabajo de tus sueños, la casa en la que siempre quisiste estar, la pareja que tanto anhelas, lo que sea que signifique para ti “éxito profesional”, compañía o soledad; tú tienes el poder de decidir, sólo necesitas creértelo y usarlo a tu favor.
Reflexionar sobre quiénes somos realmente, cuáles son nuestros deseos más profundos y todo lo que tenemos que dejar en el camino por conseguirlo; es necesario al menos una vez en la vida. Debemos hacerlo de forma consciente y objetiva, pensando sólo en nosotros mismos (no aplica para padres de familia) y en lo que realmente nos haría sentir satisfechos. Sí, es un cliché decir que tu única responsabilidad en la vida es ser feliz, que a eso hemos venido y que tienes derecho a ello. Por eso yo hablaré de tranquilidad. Si vives la vida que realmente deseas, vivirás tranquilo. Y créeme cuando te digo que en la pirámide de los deseos maravillosos pocas veces cumplidos, la tranquilidad está por encima de la felicidad.
Los odiosos domingos no significan otra cosa más que la gran insatisfacción que te provoca tu propia vida, aquella alejada del trabajo frenético y la vorágine social. Paradójicamente, el domingo te acerca a quien realmente eres, lo puedes sentir como una brisa fresca en el rostro o como una ola gigante que te ahoga; depende de ti, de quién seas y lo que hagas con lo que tienes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *