Autor invitado: Mike Mora
De nuevo es lunes, son las 7:00 am y vas despertando, ¿qué es lo primero que haces?
1 Voy directo a bañarme
2 Verificar las notificaciones de mi celular
3 Me pongo mis tenis para salir a correr
Si eres de los míos, lo más probable es que seleccionaste la segunda opción, tomando tu celular, el cual dejaste cerca de tu cama la noche anterior mientras contestabas un par de mensajes.
Pocos tienen una idea clara de cuánto y por qué pasamos tanto tiempo en el celular. El dilema de las redes sociales se convirtió en película y ahora todos sabemos que funcionan como la máquina tragaperras del casino, en donde constantemente estamos jalando “la palanca” de las notificaciones para ver si nos da como premio una nueva notificación.
Podríamos decir que las redes tienen un diseño un tanto “maquiavélico”, por lo que irnos desprendiendo de ellas suena como algo para tener en mente. Basta recordar que empezamos a interactuar con ellas sin que nadie nos dijera cómo usarlas y ahora toca desengancharse. Es por ello que quiero compartirte algunas acciones que me han ayudado.
Detectar la falla
Lo primero que hice fue preguntarme: ¿cuánto tiempo le estoy dedicando a mis redes? Para ello recurrí a obtener mis resultados con ayuda de una app llamada Bienestar digital, la cual viene incluida con la última actualización de mi Android (iOS tiene su versión propia).
Aquí fue donde comencé a darme cuenta y a observar mi propio comportamiento: las redes que más utilicé en septiembre del año pasado eran la triada de Zuckerberg: Facebook, Whatsapp e Instagram. Entre estas 3 aplicaciones y otras varias, el total acumulado era de 8 horas…. incluso, hubo días en donde mi consumo llegó a estar en las 10 horas.
Para este punto ya debía estar preocupado ¿no? Para mi suerte, antes de ver los resultados me hicieron una advertencia: “no te juzgues, solo trata de comprenderte”. Ocho horas es lo que dura un día laboral y esta la misma cantidad de horas que yo le estaba dedicando al teléfono. Viéndolo en retrospectiva, la situación anormal del encierro produjo en muchos de nosotros la sensación de soledad, esto explica (en parte) por qué yo recurría al celular, pues probablemente buscaba “conectar” con otras personas.
Plan de escape
Con resultados en mano y en retrospectiva, entendí que usaba Facebook para algo más que ver los cumpleaños de mis amigos. Así comencé a establecer una serie de pasos para desenchufarme:
1. Usa el botón de unfollow
Viajemos al pasado y vayamos al día cuando recién bajaste Instagram en tu celular. ¿Recuerdas que no seguías a nadie y nadie te seguía? ¿Cuánto tiempo crees que usabas la aplicación en ese entonces? Tomando en cuenta que no existían las stories y nadie veía tus fotos, el tiempo que pasábamos ahí era muy poco, nos aburríamos fácilmente. Esto claro, hasta que obedecimos a la indicación: “invita a tus amigos”, pues mientras más gente conocida use la app, mayor el tiempo que estaremos conectados.
Después de los amigos, también llegaron cuentas de personas que admiramos por su arte, los lugares que visitan, su trabajo o su forma de pensar que comenzamos a seguir… Pero ¿realmente es necesario seguirlas a todas? Quiero proponerte lo siguiente: Echa un vistazo a las cuentas, una por una y pregúntate ¿me aporta algo realmente valioso? ¿Conectamos? Si no es así, te sugiero le des al botón “dejar de seguir” (puedes empezar por tus amigos que están subiendo fotos en fiestas durante estos días). Hacer este ejercicio puede tomarte algo de tiempo, pero créeme, no es nada comparado con lo mucho que vas a recuperar para hacer otras cosas que dejen algo más.
2. Sólo tres
Hablemos de cuántas aplicaciones tienes. Quizás te recomendaron la divertidísima TikTok, o LinkedIn por ser una red más “orgánica” para crecer profesionalmente. Tal vez uses Twitter para quejarte y Clubhouse para hacer nuevas conexiones, Whatsapp, Instagram… Bueno, la recomendación acá es: “solo 3”. Créeme, este número es maravilloso y funciona para muchas cosas, incluso para definir límites. No se trata de desaparecer por completo, las redes tienen su función para que las personas conecten con nosotros, pero eso no significa que debamos estar en todas. Si alguien de verdad nos necesita, nos buscará o incluso, terminará por marcarnos como antes se acostumbraba.
3. Nueva “dieta”
Mientras vivía este proceso me era muy difícil no compararlo con el que viví con mi nutrióloga. Deseaba sentirme mejor físicamente sin dejar de comer, por lo que había que suplir los alimentos que me hacían daño.
Lo mismo pasa aquí, cuando recuperes tiempo: ¿Qué son esas cosas para las que nunca tenías tiempo pero que siempre has querido hacer? En mi caso, ahora lo dedico a bailar, leer un libro, colorear o incluso escribir artículos como este. Aunque ojo, hacer nada en toda la extensión de la palabra también es súper válido. Lo importante es que el tiempo que tienes lo uses de forma consciente y como tú quieras, no como el algoritmo te lo indique.
Lo olvidaba, promedio 2 horas diarias de uso de mi celular desde que tomé la decisión de modificar mi relación con él, pero debo aclarar que han pasado 6 meses desde que comencé este nuevo hábito, por lo tanto, tómate tu tiempo, ve a tu ritmo y recuerda que haces esto por el tiempo que deseas recuperar.