Así fue como supe que era amor…

Así fue como supe que era amor…
¿Cómo puedes saber cuando realmente estás enamorada?

Fácil, cuando te da aquello que tú misma no te has podido dar. Tal vez lo has perseguido, has luchado, has hecho lo posible y hasta lo que creías imposible y jamás lo lograste. Y de repente llega él y con una terrible facilidad te lo da, no solo lo presume -porque para que alguien te dé algo lo debe poseer en sí mismo-, no solo lo ofrece, sino que te lo da. Así, tan sencillo como suena, llega a tu vida y la colma de lo que siempre deseaste. Y es entonces cuando por fin te sientes completa, al fin eres quien soñaste ser.
 
Debes ser cuidadosa, porque si eso que ahora tienes jamás lo haces tuyo, corres el riesgo de romperte si él se va. ¿Por qué se iría? Porque así es el amor, llega y se va como un puño de sal echado al agua.
 
Recuerdo aquella vez… ¿Han sentido ese pequeño momento, al exhalar, cuando sus pulmones pierden poco a poco el aire, ese momento justo antes de volver a aspirar? Imaginen que ese lapso tan cortísimo de tiempo se extendiera y durara algunos segundos, varios minutos, días o años… Imaginen a sus pulmones, a su cuerpo, a su cerebro sin oxígeno por toda una vida. Imaginen a sus piernas faltas de movimiento, su corazón sin latir, intenten sentir la ausencia de imágenes a través de sus pupilas. Pues así me sentí. Y no fue fácil, no es como lo había imaginado antes. Me quedé sin prótesis de vida porque lo aposté todo. Lo di todo.
 
No temas, ¡hazlo tuyo! Vuélvete valiente, saborea la vida como él lo hace, sonríe con esos ojos saltones que inundan de luz la habitación, conduce por la ciudad con la calma que él te enseñó, haz el amor sintiendo cada palpitación. Cree en ti como él lo hace, valora cada palabra que sale de tu pluma, emociónate con cada acto de amor del que eres capaz. 
 
Las parejas que lo logran han hecho suyo lo que el otro les ofrecía, han aprendido a hacerlo, se han cobijado con la luz ajena pero van aprendiendo a crear la propia; y todo esto lo comparten. Comparten los caminos y las llegadas. Los senderos, las curvas peligrosas, los baches y los hermosos paisajes.
 
Así es el amor, compartido. Yo comparto mis carencias, tú te das cuenta de ellas, sabes que aquí están y no huyes, me haces fuerte y me muestras que puedo seguir, que soy quien has soñado, que puedo ser quien he soñado caminando a tu lado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *