Triste navidad

Triste navidad

Pareciera todo muy lindo, pero hay para quienes la navidad significa ansiedad, tristeza y miedo. ¿Te has sorprendido al leer esto? Sigue leyendo…

Sinceramente, no todos aman la navidad, yo sí y tal vez tú también, pero créeme, esta época no es la favorita de muchos. Hay quienes tampoco aman las reuniones familiares, ni los regalos, ni los adornos, ni la cena de noche buena. Entonces, más que alegrarse por estas fechas, sufren terriblemente, viven como una tortura cada encuentro familiar y cada compromiso implica un gran conflicto.

Recuerdo en particular el caso de Ana. Ella contaba que al ser niña la pasaba muy bien, su abuelita aún vivía y toda la familia se reunía en su casa. Ella disfrutaba jugando con sus primos y al menos en esos momentos podía alejarse un poco de las molestias de sus hermanos y desentenderse de las exigencias y malas caras de sus padres. Luego, cuando ella creció y tuvo su propia familia, tocaba el turno de volver a casa para las fiestas. Su abuelita ya no vivía y le hacía falta el cariño y los apapachos que siempre le dio y amortiguaban los malos tratos del resto.

Ana se daba cuenta lo mucho que le costaba alegrarse por las fiestas en familia, se sentía culpable al desear en secreto no ir a casa de sus padres, pues sabía que cada visita terminaba en pleitos y disgustos sin sentido. La angustia comenzaba días antes, y todo explotaba al llegar a su antiguo hogar. Su esposo se daba cuenta de esto y prefería no intervenir resguardándose en su habitación casi todo el día, sabía que de regreso Ana estaría de malas y muy triste. Sus hijos, por ser pequeños no comprendían lo que sucedía, pero tampoco la pasaban bien.  

Para muchas familias, estas fechas están llenas de tensión y ante la menor provocación o incluso sin esta, los conflictos escondidos o disimulados por el resto del año sobresalen y causan estragos en el bienestar de todos. Ana podía alejarse por el resto del año, pero ante las fiestas que se supone se deben pasar en familia, no se atrevía a negarse. Su autoestima terminaba fuertemente lesionada, pues sus padres criticaban la forma en que criaba a sus hijos, lo que comía, su trabajo y casi cualquier cosa que hacía. Parecía que todo era motivo de críticas hacia ella y su familia.

Las fiestas decembrinas pueden resultar bastante agradables, sin embargo, cuando se encuentra de por medio nuestro bienestar sería bueno que aprendiéramos a cuidarnos y priorizar nuestras emociones. Estas fechas son para pasarla bien, descansar y convivir con los nuestros; jamás para pasar angustias innecesarias o volver a sufrir viejos conflictos.

Ana comprendió que si bien quería mucho a sus padres y hermanos, ahora la prioridad eran ella, sus hijos y su esposo. No le fue fácil, pero poco a poco fue poniendo límites, dejando de lado las críticas sin fundamentos y claro, sintiéndose más segura de quien es y de lo que vale.

A veces nos cuesta creer que nuestra familia, las personas que más nos aman y a las que más amamos puedan también dañarnos; pero es así. Es mejor aceptarlo y establecer los límites necesarios para sentirnos seguros y cómodos, mantenernos lo bastante alejados como para no lastimarnos mutuamente y lo suficientemente cerca como para disfrutar del cariño que también hay. Olvidémonos de compromisos familiares, laborales o de amistades que nos dañen. Rechacemos por completo y de forma firme malos tratos o actitudes que nos incomoden, y valoremos más nuestro bienestar emocional. Esto no es egoísmo, sino prudencia.

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